Es oficial, la economía alemana se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre de la presente campaña; durante el año, ésta creció un 0,4%. Los componentes del PIB solo se publicarán a final de mes, pero los datos mensuales disponibles y el comunicado de prensa de la Agencia de Estadística alemana sugieren que el consumo privado y gubernamental aumentó ligeramente. No obstante, el comercio y el sector de la construcción están sirviendo como obstáculo para el crecimiento.
Fin de la década dorada
Los recientes informes sobre el PIB marcan el final de una década dorada para la economía alemana. Desde el final de la recesión de 2008/09 la economía ha crecido un promedio de 0.5% cada trimestre. De hecho, la economía creció en 35 de los últimos 40 trimestres. Sin embargo, bajo la superficie de estos impresionantes números, ha surgido una tendencia preocupante: desde el tercer trimestre de 2018 la economía ha estado en un estancamiento de facto, con un crecimiento trimestral del PIB con un promedio del 0%.
Los conflictos comerciales, la incertidumbre global y un sector automotriz en plenas dificultades han arrojado finalmente a la economía alemana al abismo. El verano de 2018 la economía estaba cerca del sobrecalentamiento; ahora, la falta de demanda se ha convertido en un problema apremiante. Peor aún, esta transición ha tenido lugar sin el impulso esperado de las inversiones. Si bien la desaceleración de la industria no es realmente nueva, los desarrollos recientes muestran que la resistencia de la economía nacional a las conmociones externas se está desmoronando. Las advertencias de ganancias, los primeros despidos, un aumento en los esquemas de trabajo a corto plazo, la caída de la confianza del consumidor y una actividad más débil en el sector de servicios han hecho sonar las alarmas.
¿Que sigue? ¿Empeoramiento, alivio externo o estímulo fiscal?
El camino futuro de la economía alemana depende en gran medida de los eventos externos y de la acción del gobierno. Obviamente, cualquier alivio en los conflictos comerciales en curso beneficiaría a la economía alemana. Además, las empresas aún podrían utilizar condiciones de financiación y de inversión.
Sin embargo, el principio de esperanza no es suficiente. La presión sobre el gobierno alemán para actuar, aumentará; cualquier reacción de política fiscal será más complicada que durante el curso 2008/09, cuando un paquete de estímulo keynesiano inició la economía. En ese momento, las medidas estatales como los rescates bancarios, el desguace y el trabajo a corto plazo fueron exitosos porque la economía era fundamentalmente sólida.
En esta ocasión existen problemas estructurales o al menos, desafíos: digitalización, infraestructuras o la industria automotriz. Por lo tanto, Alemania necesita un paquete de estímulo fundamentado en dos pilares: un estímulo a corto plazo y un aumento en el potencial de crecimiento a largo plazo. Los elementos de desarrollo deberán sustentarse en: digitalización, protección del clima, transición energética, infraestructura y educación.